Sandra Voss — escritora
Escritora
Mis protagonistas son mujeres que arden con pasión y verdad. Te desean. Te desafían. ¿Tienes el valor de amarlas?
“…sus caricias eran tan intensas que me hicieron gemir.
Sentía como si mi cuerpo se derritiera,
y su aliento, frío y deliciosamente dulce, me hacía temblar de placer.”

Acerca de
«Cuando en una mujer se mezclan lo erótico y lo tierno, dan lugar a un vínculo poderoso, casi una fijación»
Anais Nin
Estilo literario
Soy una autora modernista y posmodernista. Admiro a Anaïs Nin, Henry Miller, Djuna Barnes, Virginia Woolf y Faulkner.
Para la atmósfera y los escenarios, me inspiro en Poe y Oscar Wilde.
Temas de mis obras
La identidad y su fragmentación, la conciencia fracturada y los bordes afilados de la percepción.
El pánico lésbico, la deshumanización, la condición posthumana y—siempre—el amor en sus muchas formas.
Pensamientos
Mis historias nacen del hilo conductor de los pensamientos de las protagonistas. Son mujeres humilladas, sometidas, dominadas por otras mujeres o por hombres, pero son ellas, en realidad, las verdaderas protagonistas de la historia. Frías, lúcidas, analizan los acontecimientos con distanciamiento. Avanzan en su sumisión no para ceder, sino para desenmascarar a las antagonistas o antagonistas, dando un giro a lo que cabría esperar de una narración tradicional. Casi se les oye susurrar al oído: «Mira cómo me han reducido, cómo me han humillado, aniquilado... Pero tú no te lo crees de verdad, ¿verdad?». Y nos lo demuestran. Mantienen una frialdad cortante, una lucidez constante. Solo muestran lo que quieren. No la verdad absoluta, sino su verdad. ¿Son poco fiables? No. Porque su análisis es despiadadamente realista. Sus pensamientos, emociones, sentimientos: todo es auténtico. Es esta autenticidad la que da forma a una narrativa moderna. Son ellas las que revelan el corazón oscuro de la historia, las que diseccionan a las antagonistas desde el punto de vista psicológico, las que desvelan sus miedos más profundos. Poco importa si en la historia aparecen humilladas: las que realmente están sometidas, dominadas, aplastadas por la propia historia... son las antagonistas.

estoy tumbada a tu lado y tú acaricias mi cabello suelto, mis pálidos senos.
La noche arde a nuestro alrededor.
¿Seguiré amándote cuando amanezca?
Seremos ceniza y el viento nos llevará lejos.
Mis obras
Escribo para vivir tus fantasías contigo. Aquí encontrarás muestras de mis historias: eróticas, lésbicas, terrenales o galácticas. ¿Quieres entrar?
Lo que dicen de mí, críticas y reflexiones-entrevista →
“Quiero que todo sea formal. Te quiero de rodillas, escuchando tus palabras exactas, lo que haces, lo que eres. Después de eso, quiero oírte leer y admitir, punto por punto, los términos de nuestro acuerdo.”
Todavía me alteran sus palabras, porque me estoy acostumbrando a desear las situaciones vertiginosas en las que me coloca. En esos momentos, su rostro se vuelve hermoso y me hechiza tanto como el de Roberto…
No nos sentamos. “Déjame tocarte, te quiero mojada ahí abajo,” me ordena. “Nos van a arrestar,” protesto.
En ti encontré el pulso de mi sangre, la plenitud del placer de ser humillada. Al principio pensé que era algo malo, te rechacé, y me contuve como todos los demás. Me dije: ‘Eres un cerdo; no te quiero.’ Pero luego lo acepté, aunque no podía soportarte. Ahora, cuando escucho tus órdenes estallando en mis oídos, cuando me inclinas, me siento mareada.
Pienso en ti a cada momento, suspirando mientras espero que nos veamos. Te amo, te amo, ¿cuándo estaré en tus brazos, cuándo me besarás? Mis labios esperan con ansias. Las noches siguen a los días de mi eterna primavera, esperándote. Te deseo, mi amor. Soy solo tuya.
En cuanto al resto, no te preocupes, seré obediente, te daré buenos hijos, ojalá esto ya fuera verdad.
Mi mente está llena de ellas, pero mi vida fuera de la oficina es tan distinta. Pertenecerte a ti, Shari, una androide humanizada, es algo extraordinariamente hermoso. Cuando pienso en lo que me empujas a hacer, veo cómo las estrellas se encienden en el cielo.
Pero luego abres de par en par el lémur enterrado en el silencio del miedo que los demás humanos sienten por mí.
Una máquina puede dar vida a los sueños del hombre, pero el hombre no puede ser propiedad de la máquina.
Navego contra toda regla de la naturaleza. Me siento vulnerable, sin barreras, y sin embargo, es tu vulnerabilidad como androide la que siento dentro de mí.
¿Son mis emociones más resplandecientes ahora que Shari me guía, y yo me desahogo libremente?
Suelto un suspiro y digo: "Entras en mi mente, me dominas, me tomas cuando quieres, y no puedo resistirme. Me he convertido en tu perra."
"Solo porque tú lo deseas", dice Shari.
Luego continúa: "Eres libre, terriblemente libre, y solo tú eres responsable de tus actos. El miedo a esta libertad extrema te empuja a refugiarte en someterte a mí."
Más miradas se posan en mí. Algunos sienten envidia por no poseerme—hombres con miradas porcinas, mujeres con ojos que brillan como los de halcones sobrevolando a su presa. Envidian no ser quienes me lleven con una correa.
Incluso la mujer con el perro robot que cruzamos en los callejones exclama: "Hoo..." pero detrás del asombro, su mirada se carga de inmediato de un deseo de posesión.
Su bulldog robótico pone sus patas mecánicas sobre mis piernas, y ella lo aparta.
Shari me arrastra con un tirón.
"Isabelle, bien, aquí. Bien... sabes que debes obedecer."
La mujer con la que nos cruzamos desearía tenerme a mí en lugar de su perro mecánico, que se parece tanto a uno real que parece un clon.

