Es un relato gótico futurista. A través de una serie de historias entrelazadas, narra las experiencias de varias mujeres en un futuro distópico gobernado por la tecnología y la inteligencia artificial.
La protagonista principal, Isabelle, siente una atracción ambigua hacia Shari, un androide de aspecto femenino que la lleva a cuestionar sus propios límites y deseos, primero seduciendo a su marido y luego a ella misma.
En una progresión onírica y kafkiana, Isabelle se somete por completo a Shari, llegando incluso a venerarla como a una diosa. Para demostrar su amor, Shari le pide que también se postre y adore a Flory, la asistente doméstica de Isabelle, un androide de última generación que compartirá su dominio con ella.
A su lado, otras figuras femeninas luchan por afirmar su identidad: Sybil se une a una secta digital dirigida por Amira, una entidad virtual de poder incierto, nacida de las angustias colectivas de los medios tras una pandemia informativa. Sybil deberá enfrentarse a los traumas y fantasmas de su pasado: desde la fascinante Sava hasta Stéphan, quienes se hicieron cargo de ella cuando tenía apenas veinte años, tras el encarcelamiento de su madre, condenada como criminal. Varios años después, liberada de ambos, Sybil intentará arrebatar a Sava del dominio de Stéphan —símbolo del patriarcado— para sustituirlo y someter ella misma a Sara.
Damayanti, Mandodari y Sibhadra caen bajo el influjo de Amira y Chandra (proyección de la propia figura virtual de Amira), por quienes sienten atracción sexual. En un solo día se entregan a sus juegos, pero la cosa no termina ahí: Amira y Chandra entran en sus hogares y las convierten en sus sumisas, provocando la huida de hijos y maridos. Tras una serie de humillaciones, las incitan a descubrir el placer entre ellas, liberándolas de todas las ataduras y prejuicios impuestos por la civilización patriarcal.
Dejanira, una ambiciosa directora ejecutiva farmacéutica, para financiar una importante adquisición se convierte en amante de Chandra, una entidad artificial capaz de adoptar múltiples formas (incluida la suya propia). Para ayudarla, Chandra le exige someterse a su esposa Amira, otra manifestación de esta inteligencia artificial.
Dejanira acepta la sumisión total. Amira exige un pago que Dejanira roba temporalmente de los fondos de la empresa, pero es descubierta y arrestada. Liberada bajo fianza pagada por Amira, se ve obligada a cumplir el contrato de sumisión.
Encerrada en un edificio ruinoso y sin dinero, Dejanira se prostituye con un desconocido (que resulta ser siempre Amira bajo otra apariencia). Amira continúa humillándola, obligándola a prostituirse con otros “clientes” (todos sus clones), filmándola y recogiendo confesiones comprometedoras.
En el juicio virtual, Dejanira es declarada mentalmente inestable y puesta bajo la tutela de Amira para evitar el manicomio. Finalmente, Amira y Chandra le ofrecen la libertad si confiesa sinceramente sus deseos. Dejanira, en lugar de liberarse, exige una compensación y recuperar su puesto. Amira y Chandra se alejan, decepcionadas.
Yumiko es una doctora casada e intachable, pero mantiene una relación secreta con Juliette, quien la obliga a posar para fotografías prohibidas y la somete con juegos de dominación y abandono que Yumiko acepta porque siente que ya está insensibilizada ante la muerte que enfrenta cada día en el hospital, y Juliette le parece algo intensamente vivo que le devuelve la capacidad de sentir.
Pero cuando un mensaje de una vieja amiga reabre una herida nunca cerrada, Yumiko debe enfrentarse a lo que siempre ha evitado: su pasado en la provincia oriental, feudal y medieval de la que huyó, donde todavía sobreviven adoradores de animales biomecánicos. Regresará junto a Juliette con los fantasmas de su pasado y se entregará por completo a ella y a sus juegos humillantes.